Es la historia de dos chicos que se conocen y nos muestra como la vida es cíclica y que el amor como la vida es una mera coincidencia. Tenemos a Lucas, un chico idealista y dispuesto a enamorarse y por otro lado está Daniel una chica que no cree en el amor.

Lucas y Daniel coinciden en la vida siendo dos polos totalmente opuestos pero que irónicamente acuerdan tener una relación sin etiquetas, aunque para Lucas no es lo ideal termina aceptando causando en él un cruel desamor y para Daniel es continuar simplemente con un patrón de vida. No es la típica historia de amor, donde todo es miel sobre hojuelas, es una historia real a la que todos nos hemos enfrentado. La obra cumple su cometido de retratar una relación casi idílica pero al siguiente instante nos deja verlos atravesar por un típico momento en toda relación, en donde las parejas pueden mostrar emociones como la indiferencia.

El final da un giro en las vidas de ambos personajes, pues se invierten los ideales con respecto al amor.

Sus vivencias ponen en juego las emociones, los sentimientos y las experiencias del espectador ya que ocurren situaciones por las que seguramente muchos de nosotros hemos pasado y lo mejor de la obra es que no todo sale maravillosamente bien. Sino al contrario, es algo disfuncional y muy humano.

Más allá de ser una obra romántica, es más bien una obra que habla sobre el amor, y lo hace desde las diferentes perspectivas de los personajes.

La obra nos deja un claro y sencillo mensaje: la vida es cíclica y sabia y no siempre estaremos en un mismo estado emocional, por lo que hay que tomar control de nuestras vidas y dejarnos fluir.