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Los raros, los diferentes

porMarco

May 5, 2022

Por José J. Núñez P.
¿Te dicen que eres una persona rara? O ¿Te dicen que padeces de locura? O ¿Acaso eres la oveja negra de la familia? No te preocupes, los raros somos algo especial, somos todo eso que molesta a muchas personas, por lo que nos critican y nos hacen burlas.
Con toda seguridad, fuiste ese niño o esa niña que jamás se podía estar tranquilo en el salón de clases y que cuando el maestro volteaba y preguntaba algo, siempre tenías la respuesta.
No tengo la menor duda de que fuiste ese joven o esa muchacha, que se sabía todas las canciones que estaban de moda, y no sólo eso, sino que además las sabías bailar con sus pasos nuevos.
Y sobre todo eso, estoy convencido de que eres ese empleado o esa trabajadora que siempre tiene ideas nuevas para brindarlas y compartirlas con los demás, ya que deseas que el ambiente en el que te desenvuelves, sea lo más agradable posible.
Y ni hablar del entorno familiar, siempre has sido el que opina, el que entabla la polémica, el que no está de acuerdo con nada, hasta que te demuestran que cometes una equivocación, entonces, siempre tienes una salida ingeniosa y sobre todo con gracia.
Lo cierto es que, somos la alegría de la familia, nos reciben con agrado y les encantan nuestras locuras, nuestras puntadas y sobre todo, se sienten felices compartiendo con nosotros.
Lo mismo pasa con los amigos, con las amigas, con los compañeros y compañeras de trabajo, ah, pero mucho ojo, no somos los bufoncitos de la fiesta, ni los payasitos de las reuniones, tan sólo, somos raros, diferentes, especiales, extrovertidos y divertidos.
Y es que debemos dejar bien en claro cual es nuestra rareza, porque, todos tenemos, cuerpo, cabeza, manos, piernas, pies, ojos, boca, dientes, en la calle somos igual a cualquiera… bueno, no siempre ya que si nos entra ese espíritu que nos hace diferentes, hasta en la calle hacemos locuras.
Nos encanta bailar, cantar, contar chistes, hacer bromas, divertirnos, vamos, nos gusta disfrutar de la vida, aunque no por eso, somos irresponsables, impuntuales, desobligados, para nada, por el contrario, tal vez somos más cumplidores y entregados que muchos que presumen de serlo.
Aunque, además, no somos el motivo de preocupación en nuestras casas, cuando solteros, nuestras madres no se preocupaban tanto por nosotros ya que sabían que nos cuidábamos bien, que siempre estábamos rodeados de personas que nos estimaban y nos acompañaban.
No somos, ni seremos, el patito feo de un grupo, tampoco la deshonra o el punto negro de una familia, simplemente somos especiales, ocurrentes, alegres y llenos de vida y entusiasmo.
Y lo peor de todo, es que, quienes nos critican, o se burlan de nuestra manera de ser, son aquellas personas que más nos envidian, que quisieran, aunque se por un momento, ser como nosotros.
Y ser diferentes, nos ayuda mucho, podemos ocultar lo que nos duele o lo que nos lastima, lo que nos hiere o lo que nos hace enojar, sabemos manejar nuestras emociones y no dejamos que otras personas se enteren de ellas con facilidad, salvo algunas personas privilegiadas, gozan de nuestra confianza como para saber lo que pensamos y sentimos.
Nos gusta escuchar, no sólo oír, sino escuchar e identificarnos con la pena y el dolor de las personas que se desahogan con nosotros, siempre tenemos una palabra de aliento para impulsarlos, para ayudarlos a superar el momento que estén viviendo.
Tenemos la habilidad de romper con esas situaciones de tensión que se provocan por cualquier causa, somos capaces de manejar situaciones tensas, molestas, extremas y siempre, con habilidad e ingenio, tal vez por eso somos los raros.
Podemos convivir con todo tipo de gente, nos hacemos amigos y amigas con facilidad, nos buscan para platicar, para convivir, para disfrutar de hermosos y largos momentos.
Y sí, somos diferentes, nos gusta serlo, lo pregonamos, lo mostramos, lo disfrutamos, lo vivimos y nuestra alegría por vivir resulta contagiosa, incitante, provocadora.
Lo que la gente no sabe y muchas veces, ni se lo imagina, es que, dentro de toda esa algarabía, dentro de toda esa energía que mostramos y compartimos, también tenemos nuestros momentos malos, nuestros ratos de melancolía, nuestros bajones de depresión.
Somos seres humanos y nuestros sentimientos están a flor de piel, aunque procuramos que no los vean, que no los conozcan, que no hagan cera y pabilo de ellos.
Y no es por egoísmo, sino por autodefensa, no nos gusta sentirnos vulnerables, no nos gusta la compasión, no nos interesan esas miradas de lástima, de piedad.
Y hasta en eso somos diferentes, raros, si nos quieren llamar así, amamos a nuestra manera, sufrimos, sin perder la sonrisa, lloramos, cantando alguna canción, nos enfadamos, gritando porras y mentadas para poder disimular lo que en verdad deseamos decir.
Conocemos la maldad de las personas, sabemos capotearla, nos arrimamos hasta los pitones y tenemos el capote listo para hacerle una verónica al peligro, para darle un pase de pecho, al dolor, para clavarle un par de banderillas cortas a la tristeza, y nuestras risas con la estocada final.
Somos raros, porque somos creativos, porque soñamos, porque anhelamos, porque buscamos la forma de realizar todo aquello que se ha convertido en una meta, con la salvedad de que no hacemos ostentación de nuestros logros, no cacareamos un huevo que aún no se ha puesto.
Dejamos que otros presuman, nosotros nos reímos, dejamos que otros se auto elogien, sabemos bien en que terreno estamos pisando, los vemos, halagarse, llenarse de vanidad y no podemos menos que sonreír, sabiendo lo errados que están.
¿Y tú… eres de los “raros” que se consideran normales o eres de los normales que resultan raros?